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lunes, 14 de octubre de 2013

CIVILIZACIONES URBANAS DEL CRECIENTE FÉRTIL

 
En el Próximo Oriente surgió la revolución agrícola del Neolítico hace más de diez mil años. También aquí surgió nuestra civilización originaria. Las primeras civilizaciones urbanas se caracterizaron por sus aportes en la escritura y en el surgimiento de las nuevas ciudades y los estados mucho más complejos en su organización. Todo ello fue posible por el favorable medio físico.
En la zona llamada tradicionalmente "Creciente Fértil", por su forma de media luna en su forma de cuarto creciente, la civilización surgió gracias a los fértiles valles de tres ríos principales: el valle del Nilo, en Egipto, el valle del río Orontes, en Palestina y, por último, el valle de los ríos Tigris y Éufrates, en Mesopotamia. Fuera de estas zonas solo hay tierras pobres: desiertos al sur de Mesopotamia y al oeste de Egipto, así como áridas y altas mesetas del noroeste al noreste.
Pueblos de raza blanca, semitas e indoeuropeos, desarrollaron importantes civilizaciones, con su cénit en Egipto y Mesopotamia, reflejadas en sus pirámides y zigurats, su próspera agricultura de regadío, sus sociedades esclavistas y las religiones politeístas, así como los avances científicos y sus escrituras cuneiforme y jeroglífica.
También surgieron las civilizaciones fenicia y judía en los valles de los ríos Jordán y Orontes. Desde esta zona se iniciaron migraciones hacia el oeste, por el mediterráneo en una importante labor de difusión cultural.

domingo, 13 de octubre de 2013

ALEJANDRO MAGNO Y SU IMPERIO, 334 - 323 a. C.


Alejandro Magno inició sus campañas en el contexto de las guerras contra los persas de Darío III que había iniciado su padre Filipo de Macedonia. Grecia respondía ahora a las antiguas invasiones de las Guerras Médicas. Tras someter Asia Menor se dirigió hacia el sur, antes de invadir el imperio persa, para entrar en Egipto, donde fundó Alejandría y se autoproclamó faraón.
Vuelto a Palestina, se dirigió ahora hacia el este con el propósito de entrar en Persia, previa conquista de Babilonia. Entrado ya en ese imperio, ocupó sus principales ciudades: Susa, Persépolis, Pasargada y Ecbatana. Desde la costa meridional del Mar Caspio emprendió su campaña en lo que hoy es Afganistán. Desde allá, inició su rumbo al sur, por el valle del río Indo, en su intento de atacar la India, país que recorrió en sus confines occidentales. Por el sur del actual Irán regresó a Persépolis y, de allí, de nuevo a Babilonia. Sin embargo, no pudo regresar vivo a su Macedonia natal, pues falleció en la capital mesopotámica, en junio del año 323, según parece que de malaria.
Tras su muerte, los generales de su ejército se repartieron el imperio y formaron dinastías de raíz griega. En realidad, sus conquistas pusieron en contacto la cultura clásica helena con las culturas del Próximo Oriente.

viernes, 11 de octubre de 2013

EL IMPERIO ROMANO A INICIOS DEL SIGLO II

 
Las civilizaciones griega y romana son la expresión de la cultura clásica, gran aportadora de los elementos de la actual civilización occidental. La Roma republicana, tras derrocar a la monarquía, inició la expansión por el mar Mediterráneo. En un primer momento hubo de enfrentarse a los cartagineses (guerras púnicas, siglo III a. C) por las que se erigió como la potencia hegemónica en el Mediterráneo occidental. Tras ello, se expandió a costa de su admirada Grecia, por el este.
En el siglo I a. C, tras el asesinato de Julio César, su sobrino Octavio Augusto acabó con la República e implantó el Imperio. El primer emperador pacificó el norte de Hispania y anexionó Egipto, pero fracasó en Germania (desastre de Teotoburgo).
Ya en nuestra era, sus sucesores fueron incorporando al Imperio: Britania, Mauritania y, sobre todo, Dacia, ocupada por el emperador hispano Trajano. Roma alcanzaba su máxima expansión y apogeo.
Sin embargo, a inicios del siglo III, comenzaba una crisis estructural imparable que llevaría a la parte occidental del Imperio a su quiebra definitiva. Las fronteras (limes) de los ríos Rin y Danubio era sistemáticamente traspasadas por las correrías de pueblos bárbaros germánicos. La situación, cada vez más insostenible hizo que a inicios del siglo IV el emperador Constantino llevase la capital de Roma a Bizancio (Constantinopla) y que, a finales del mismo, el emperador Teodosio se decidiese por dividir el imperio en dos mitades, oriente y occidente, entre sus dos hijos. Honorio quedaría con la parte ya en decadencia imparable: Roma, mientras Arcadio heredaba la parte próspera, el llamado Imperio Bizantino, que resistiría los ataques musulmanes de árabes y turcos hasta su caída en 1453.
En el año 476, Rómulo Augústulo, era depuesto por los hérulos. Era el último emperador romano. Occidente se sumía en una larga noche o Edad Media de más de medio milenio de duración.